De la célebre desventura entre Montescos y Capuletos, ella obtuvo su primera y decisiva inspiración. La historia de aquel trágico amor entre Romeo y Julieta, escrita por William Shakespeare en 1595, se reveló ante sus ojos con un halo mágico, premonitorio. Fue entonces cuando Verónica de la Canal (37) comprendió que ese universo romántico, de estética renacentista, con suntuosos trajes, puntillas, encajes artesanales y corsés, era aquel que refleja su esencia. La diseñadora, dueña de un estilo “entre escenográfico y teatral”, tal cual ella lo define, relata que desde su adolescencia se sintió diferente a las demás mujeres de su edad. Que su madre y su abuela le cosían los vestidos, porque en las tiendas de ropa ella nunca conseguía lo que le gustaba. “Jamás fui una víctima de la moda. Nunca me sentí identificada con lo que imponían las tendencias. Estudié Diseño de modas cuando la carrera recién empezaba en la Argentina. Y gané concursos, uno de mis vestidos estuvo expuesto en el Carrusel del Museo del Louvre y otros en la galerías Lafayette de París”, confiesa la singular diseñadora.
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